REPORTAJE PARA LA REVISTA BA MAG
"IRREVERENCIA TECHNICOLOR"
EDICIÓN MAYO-JUNIO 2014
Irreverencia
technicolor
Fluida, libre y alegre, la obra de Marina Tórtola invade el espacio
llena de feminidad y color. Multiplicidad
de fragmentos y polaridades convergen en escenarios de fantasía donde lo kisch
y lo pop, lo barroco y el street art coquetean en una paleta vibrante y
saturada, donde los brillos y hologramas impactan en el ojo espectador. La
dicotomía constante y la libertad como camino.
Marina trabaja sin boceto. La libertad la define en
cuerpo y obra. “Yo me conecto desde el color”, declara ni bien comienza la
entrevista. Y de su alma desestructurada no quedan dudas.
Tórtola nació en Buenos Aires y el arte estuvo
implícito en su vida desde que ella llegó al mundo. Desde chica, y de manera
intuitiva, fue descubriendo el camino. Estudió Artes Visuales en el IUNA y realizó varios talleres de pintura;
hizo clínica con distintos artistas y más tarde obtuvo las beca “Pensar con los
ojos” y “ECuNHI”, otorgada por el Fondo Nacional de las Artes. Hoy también es docente
de su taller “Entre Frutillas” y tiene una cátedra en el IUNA.
Ella crea sin límites ni ataduras. Lejos de formalismos y
rótulos trabaja sin estructuras, y sus obras, como patchworks, destellan
originalidad y recrean, a través de la incorporación de lenguajes diversos,
realidades caleidoscópicas donde varios mundos convergen a la vez.
No hay dudas. Tórtola no teme. Y no vacila
en redoblar la apuesta cada vez. “Es que soy
muy inquieta y sino, me aburro”, aduce divertida. Así, habrá obras caladas con
vinilos de holograma, cuadros realizados con gibré, masilla, espuma de
poliuretano y telas; objetos creados a partir de alambre y espejos, y hasta
bolsas plásticas estampadas con su obra. “A mí me atraen los artistas
inclasificables que trabajan en distintos formatos, con distintos lenguajes,
aunque la obra tenga una unidad –explica–. En la definición la voy limitando,
cerrando y acotando. Me gusta pensar más en el concepto de pintura expandida;
eso siento que no me atrapa, al contrario, me libera”, aclara.
Con una fuerte impronta sinestésica, Marina yuxtapone estilos y recursos. Y con una fusión
constante de utopías y heterotopías, la contradicción y la irreverencia se
vuelven su emblema. Así, el azar y el control, el orden y el caos, la
figuración y la abstracción, lo orgánico y lo geométrico, el blanco y el negro,
el fluido y la materia convergen en un juego eterno que genera “lugares reales
fuera de todo lugar, con autonomía y códigos propios, como las heterotopías;
que son espacios absolutamente diferentes que se oponen a todos los demás”,
detalla.
Con obra en colecciones privadas en Argentina y el mundo,
Marina acaba de presentar una muestra en el Centro Cultural Plaza Castelli, con
tanto éxito que hoy se expone en el Salón Auditorio ubicado en el primer piso.
Y este 2014 promete mucho. Está presentando una muestra colectiva en la Universidad de Palermo
y fue convocada por Blooming Artist Project, una plataforma de arte con
base en Australia para artistas emergentes. “Hay también otras propuestas y cosas que van surgiendo en el camino. Y eso es lo
lindo, ¿no? Tener todo el año cerrado sería muy aburrido. Mientras tanto sigo
trabajando”.
¿Cuando
empezaste a vislumbrar el arte como camino?
Es algo que siempre estuvo implícito,una gran pasión.
Fue natural. Yo ni siquiera fantaseaba con ser artista, este era para mí el
único medio de expresión donde me sentía cómoda.
¿Siempre el
color fue el disparador?
Sí. Un día un profesor me dijo que los artistas se
dividen en dos grandes grupos, los de la forma y los del color. Y yo claramente
soy del color.
Pero la
forma te describe también.
Sí. Si bien la forma me gusta y me conecta, la forma
orgánica, blanda, femenina, primero siempre aparece el color y voy armando a
raíz de eso; es una conexión intuitiva, visceral y el ojo es el mejor juez.
¿Cómo se
genera ese diálogo entre las formas tan orgánicas y el color tan pop?
El contraste fuerte es un tema que me interesa
trabajar. Yo combino la forma abierta y difusa con otras cerradas, con los
bordes bien delimitados. Mucha mancha pictórica en contraposición con la línea
o elementos más gráficos. La contraposición de las formas orgánicas, curvas,
blandas, con lo geométrico neto; la contraposición del color bien saturado,
bien pop, con estas instancias blancas y negras.
¿Tu obra
toda es intuitiva? ¿Qué te nutre?
La vida misma, las formas orgánicas que están en la
naturaleza. Miro y leo muchos libros, las formas histológicas, los
microorganismos. Tengo muchos artistas referentes. Después se va procesando
todo y se va plasmando, va tomando vida y a su vez se va transformando.
¿Qué contás
en tus obras?
Muestro mi alma, mi verdad, mi forma de ver y sentir.
Mi mundo interior. La otra vez me dijeron que mi alma era como mis obras:
fluida, alegre y libre. Y es así. Uno en los obras muestra el alma, porque es
lo más auténtico cuando uno trabaja desde un lugar de conexión. Es algo que
brota que no se puede fingir.
En los
momentos de menos alegría, ¿también surgen estas obras tan coloridas?
Tengo mis momentos, y si no me conecto voy a ver una
muestra. En realidad uno está siempre pintando, aunque físicamente no este en
la acción. Es una forma de mirar y percibir el mundo. Me nutro también de la
poesía, en muchas obras parto de poemas de Juan Ramón Giménez.
Él trabaja
con la sinestesia, ese concepto de diferentes sentidos contrapuestos que
conviven...
Sí, me gusta esa dicotomía. La sinestesia la trabajo
desde el lado plástico. En general al espectador le gusta esa cierta extrañeza.
Me atrae la contraposición de ver sonidos, oler colores. Los títulos suman pero
no desde un lugar descriptivo, quizá rompen con la imagen y hacen que el
espectador genere esa interpretación.
Volviéndose
un elemento más...
Claro, un elemento más que abre, porque considero que
mi obra es abierta en interpretación, en significado.
En el
plano...
También. Yo me muevo mucho en la bidimensión, en la
tridimensión, en el plano, con objetos. Ahora estoy experimentando con la
fotografía, ya lo había hecho con los objetos: pirámides, cubos, un árbol con
espuma de poliuretano...
Y así vas encontrando
tus materiales también.
Sí. Si es a nivel telas me gustan las saturadas,
brillantes; me atraen las transparencias, las lentejuelas. Si busco gibré que
sea el mas vibrante...
¿Hay algún
material que no hayas usado y quieras experimentar?
Ahora tengo canutillos, mostacillas, estoy
experimentando un poco con lo textil. Tensé un bastidor con una tela plástica
estampada y es lo último que estoy probando.
Marina vos a
diferencia de otros artistas (que usan caballete) trabajás sobre la mesa.
Sí. Al trabajar la obra desde diferentes lugares no le
doy un único punto de vista sino que la voy rotando y muchas veces la
orientación se define al final. Es una obra más de carácter procesual, se va
transformando y definiendo a medida que avanza. Por eso me interesa a veces
salir de la tela.
¿Así surge
la tercera dimensión?
Claro. En 2006 conocí en un certamen a Marcela Gásperi
que a modo de beca me dio un seminario en el que me propuso pintar en el
espacio y ahí hice una fuerte experimentación con la tercera dimensión. Cuando
volví a la pintura de tela lo hice transformada, se empezó a notar otra
profundidad; fue una experiencia que me transformó y me nutrió mucho.
¿Cómo juega
en tus obras la fantasía y lo onírico?
En los mundos. Son espacios utópicos, de fantasía y
que a la vez yo me siento que los habito y que mi vida transita por ahí.
Mundo
Tórtola
Marina,
¿cómo fue la muestra “ El universo como un holograma”?
Presenté pinturas y una instalación de cubos de
diferentes tamaños y otra de pirámides en madera. Ese título es el mismo que
utilicé en mi tesis, que lo tomé de una teoría de física cuántica de percibir
el universo como un holograma, es decir que uno percibe una pequeña parte del
mismo según dónde se encuentre, y si uno varía su ubicación percibe algo
diferente. Cuando trabajo con los hologramas la obra se abre desde ese lugar
porque dependiendo de dónde lo mires es cómo lo ves. El concepto habla de estas
infinitas posibilidades de percepción y no solo tiene que ver con el lugar
físico sino también con el lugar espiritual desde donde uno mira el mundo... es
infinita la multiplicidad de combinaciones que puede haber y el límite es
siempre un corte arbitrario.
También
trabajás en el concepto de heterotopía.
Sí, que es la convergencia de diferentes lugares o
espacios en un mismo sitio. Es una definición bastante contemporánea. Me
interesa generar la metáfora de un lugar con un idioma propio, una nueva
combinación y configuración en el campo de trabajo.
Y ¿cómo se
relaciona el espectador con tu obra?
La gente tiene una conexión bastante corporal y
sensorial, de mirarla de cerca, de tocarla, es muy estrecha la relación que se
genera. Es multidireccional y toca varios puntos sensoriales. Y el bagaje que
trae el espectador va haciendo que a cada uno le resuene diferente.
Sos docente
del IUNA, en un colegio y en tu taller. ¿Cuál es tu mensaje?
Lo que más me interesa es formar artistas, no
docentes, eso es lo que más trabajo en mis clases. A mi taller viene mucha
gente en esa búsqueda y yo quiero sacar y pulir lo que mejor tiene cada uno, para
generar una poética personal propia. Teniendo como base la experimentación
práctica, articulando diferentes técnicas, soportes y materiales . En la medida
en que las imágenes salgan desde el origen de uno van a hacer originales. Respetando
siempre la identidad y verdad de cada alumno.
¿Alentás a
tus alumnos a ser irreverentes?
Sí. Los animo a tener irreverencia con el material y con
lo que quieren contar. Es fundamental animarse más y tener más libertades para
el proceso creativo.
¿En qué
estás trabajando hoy?
Estoy experimentando mucho con lo textil, desde hace
un tiempo también vengo trabajando con la fotografía. Estoy armando mini
instalaciones con personajes de gibré que hago yo misma y en tela cada vez
pintando en formato más grande.
¿Sos de
trabajar muchas obras a la vez?
Sí, totalmente. Siempre voy trabajando en paralelo.
Soy inquieta y también, para no centrar la atención tanto en una obra y
agotarme, me sirve salir y descentrar.
En esos
recreos también aparece el dibujo...
Sí. Es un medio que me encanta, tiene un contacto más
intimista y mas inmediato. Quizá en esos días que no tengo ganas de pintar,
dibujo.
¿Sos de
coquetear con algún otro arte?
Hace poco me propusieron participar en una performance
y lo estoy pensando. Esto de moverse en otros lenguajes me resulta interesante.
Me gusta el concepto de que los lenguajes se contaminan y entrelazan.
Marina,
¿sentís que el artista tiene un rol social en algún punto?
Sí. Ahora me propusieron trabajar en un intercambio
para hospitales de Australia, querían mi obra y me gustó. Cada uno hace desde
el lugar que puede. Mucha gente me habla de que la obra le alegró el día, que
el color y las formas los transportan. Y yo me siento un canal para transmitir
eso.
¿Que mirada
tiene tu obra en el exterior?
En Berlín me dijeron que gustó muchísimo, en Miami
también. Generalmente es una buena mirada, y eso te nutre, nutre a la obra y
ella sigue encauzándose con las fibras que toca... a mí me sigue sorprendiendo
eso.
Marina, ¿qué
es el arte para vos?
Es todo. Es una manera de percibir la vida, una forma
de estar vivo con todos los sentidos prendidos. El arte tiene que ver con estar
conectado y percibir desde un lugar auténtico, estar en eje con uno para hacer
algo desde el corazón. Un medio de ver, sentir y percibir.
¿Qué anhelos
quedan por cumplir?
Muchos. Participar en bienales, viajar más con la
obra, porque si bien ella viajó mucho (estuvo en Berlín, París, Miami) no hemos
viajado juntas. El viaje viene tocando bien cerca, así que la próxima nos vamos
las dos.